Perspectiva

Perspectiva
El césped de mi vecino luce perfecto, como una suave alfombra verde sobre la que se puede caminar descalzo o tumbarse despreocupado para sentir el abrazo del sol en la piel y la caricia de la brisa en la cara un domingo por la mañana.

Sin embargo, el césped de mi jardín es tan poco agradecido como lo son algunas personas: no importa el tiempo que le dedique, no importan todos los esfuerzos que haga para hacerle reverdecer: el resultado es siempre irregular y decepcionante.

Me parece injusto, ya que nunca veo a mi vecino trabajar en él, y su césped se ve siempre suave y uniforme, de un verde intenso, un verde vicioso, y lascivo diría yo. Miro su jardín, luego miro el mío… no es posible. He comprado tierra enriquecida, abonos de todos los colores y las mejores semillas. Limpio la tierra de piedrecitas, la remuevo para que se airee, la riego, la miro, la mimo, sigo todos los consejos de los entendidos en el tema… no es posible.

Encuentro una excusa para ir a saludar a mi vecino, y de paso preguntarle por el césped de su jardín… y me llevo una gran alegría. No es maldad, sino justicia. Visto desde arriba, desde una posición vertical, con los pies en la tierra, nunca mejor dicho, como veo yo mi jardín, el suyo da pena verlo.

Desde su jardín miro otra vez el mío, y desde la perspectiva que da la distancia, observo que tengo un césped perfecto, como una suave alfombra verde sobre la que se puede caminar descalzo o tumbarse despreocupado para sentir el abrazo del sol en la piel y la caricia de la brisa en la cara un domingo por la mañana.

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Se vais a reinas moriréis virgen.